Es esta entrega, creo que no os voy a descubrir nada nuevo (si es así me alegraré enormemente). El disco que he escogido es “Un día en el mundo”, el primer álbum de los madrileños Vetusta Morla.
Vetusta Morla: el nuevo Indie Rock español.
Vetusta Morla nació a finales de la década de los noventa, pero no será hasta el 2008, diez años después de su formación, cuando publiquen su primer álbum largo, “Un día en el mundo”. Los primeros componentes del grupo fueron Pucho, como vocalista, David García “El indio” a la batería, Jorge González de percusionista, Alejandro Notario con el bajo y Guillermo Galván a la guitarra. Será más tarde cuando se incorpore Juan Manuel Latorre al teclado y como guitarra, completando así el sexteto. El grupo sufrirá algunos cambios en su formación inicial: tras finalizar su tercera demo, Alejandro Notorio abandonará a los madrileños siendo sustituido al bajo por Álvaro B. Baglietto, formación que se mantendrá hasta hoy en día.
En el año 2005 publicarán, tras varias demos, un EP autoeditado con 7 de sus temas llamado “Mira”. En él ya podemos vislumbrar lo que la banda nos va a ofrecer en un futuro: lirismo en sus letras, diversidad en sus ritmos y mucho de eso que llaman alma. Hasta la publicación de este primer EP no han estado parados, ni mucho menos: no dejarán de pasearse por toda Europa participando en festivales independientes, ni de aparecer en espacios televisivos como “Los conciertos de Radio 3”, de RTVE.
Muchos dicen que el fuerte del grupo se encuentra en sus directos. Coincido totalmente. Tuve la ocasión de poder verlos en el imponente Centro Cultural Óscar Niemeyer de Avilés allá por Junio del 2011 en la gira de presentación de su segundo álbum, “Mapas”, concierto del que guardo un más que grato recuerdo. Los madrileños consiguieron algo que para mí parecía imposible: superar el nivel de sus propias canciones. La fuerza de esa música en directo, del peculiar timbre de su vocalista, no se perdió en ninguna de las canciones que interpretaron a pesar de la extensa duración del concierto que no se hizo pesado en ningún momento. Encima de las tablas, Vetusta Morla logra llegar a su esencia, transmitiendo el sentido de sus canciones más que nunca a los espectadores con una interpretación perfecta. Si algún día tenéis oportunidad de poder verlos ante los focos, no lo dudéis.
“Un día en el mundo”: carta de presentación.
Como ya os he dicho anteriormente, “Un día en el mundo” no se trata del primer trabajo de Vetusta Morla, pero sí de su primer álbum de larga duración, y como tal, podemos decir que se trata de su carta de presentación a un público mucho más amplio.
La banda se implicó totalmente en la creación de este álbum, llegando a crear incluso un sello discográfico propia “Pequeño salto mortal” ante las negativas de distintas compañías que no querían arriesgarse a publicar un trabajo de la banda. Así, en febrero del 2008 consiguen publicarlo, llegando a ser disco de oro tras conseguir vender más de 350.000 unidades.
Como curiosidad, la edición especial de “Un día en el mundo”, que tuvo una tirada de 2080 copias, incluía, entre otros extras, una pieza de un puzle. En total se hicieron 13 puzles, con 160 piezas cada uno que componen la imagen de la portada del disco. Según palabras del grupo,
“Todas las piezas juntas componen el gran puzzle de Vetusta Morla, lo que significa que tú también formas parte de él, parte de nosotros y parte de las canciones. Tenemos la aspiración de hacer una música que presente huecos, espacios en blanco que cada uno ha de completar con lo que sentís o pensáis. Eso significa que las canciones crecerán con vuestra energía y su significado se ampliará con lo que vosotros aportáis. Significa que también os pertenecen y que habéis participado en la creación de algo mayor y más hermoso. Las piezas que poseéis son la manifestación física de esto.”
Musicalmente, el disco se trata, como ellos mismos dijeron, de una selección de lo mejor, un greatest hits particular de la banda. Conjugan en doce temas lo más notable de su trayectoria hasta entonces, dejando espacio para baladas más calmadas -–la más que fabulosa Copenhague– hasta canciones mucho más rockeras con maravillosas percusiones -–ese crescendo de La cuadratura el círculo– que se mezclan con letras inspiradoras (e inspiradas) de un fuerte carácter poético.
Si no has puesto el disco en el reproductor mientras lees este artículo, te aconsejo que lo hagas y te dejes arrastrar por la música de los madrileños, a quienes se les han llegado a comparar con clásicos como Coldplay, Radiohead o The Beatles (una de las canciones del álbum se llama Saharabbey Road). Disfrutad de la buena música y desconectad un rato del mundo real que a todos nos viene bien de vez en cuando.