Hablar de Queens Of The Stones Age resulta complicado por ser una banda de naturaleza atípica. Lo que en un principio podría considerarse el proyecto de Josh Homme y Nick Olivieri, acabaría por ser el principal refugio del polifacético, inquieto y –por qué no decirlo– talentoso Homme. Uno de los músicos más interesantes de los últimos 20 años. Con multitud de miembros a lo largo de su historia y casi una nueva formación por disco, Queens Of The Stone Age son sin duda uno de esos grupos que se recordarán con el tiempo a pesar de no haber tenido un éxito masivo y de no poder catalogar a la banda bajo ninguna etiqueta.
Y permanecerán en nuestra memoria por discos como este Songs For The Deaf –cuyo título ya es de por sí soberbio–. Un trabajo en el que la alineación Homme Olivieri se completaba con la carismática voz de Mark Lanegan en algunos cortes, y un tal Dave Grohl encargado de aporrear la batería como si no hubiera mañana. Lo que a algunos les gusta llamar una superbanda, vamos.
Songs For The Deaf es un álbum que se asemeja a la carrera de las reinas, ecléctico, oscuro, denso en ocasiones y rozando el mainstream en otras. Un disco dinámico y compensado que, a pesar de su larga duración, nunca llega a hacerse pesado. En él se produce tal crisol estilístico con influencias e inspiraciones tan variadas –pero siempre moviendonos en los territorios del rock, el punk y el metal– que el sonido final consigue sonar a todo y a nada a la vez, haciendo de Queens Of The Stone Age un grupo con un sonido propio, algo que no es habitual en estos días.
Sexo, oscuridad, excesos… todo ello narrado mediante los potentes riffs de la frenética You Think I Ain’t Worth a Dollar, But I Feel Like a Millionaire o las melodías de Hangin Tree . Los ritmos de First It Giveth o la agonía de Do It Again , todo consigue en este disco casar a la perfección en esta narración de un viaje en coche entre Los Angeles y Joshua Tree.
Saltándose a su antojo las fronteras que separan al punk, al rock y al metal, consiguieron completar un disco que a pesar de lo difícil de encasillarlo, consigue que te importe bien poco qué etiqueta ponerle, y que lo único que desees es escucharlo una y otra vez. Un indispensable en vuestras discotecas.
