Ha sido difícil para mí escoger el disco que quería rescatar. Tengo la particularidad de ser muy melómano y de tener una lista tan grande de álbumes imprescindibles que me van a facilitar (y a dificultar) tener un redondo listo para esta sección cada vez que sea mi turno. En esta ocasión le toca a un álbum especial para mí, ya que fue de lo primero que me introdujo en las bondades del rock progresivo.
Vamos a ponernos en situación primero. A finales de los ’60 y principios de los ’70 del siglo pasado, en Inglaterra nació una corriente de músicos que, tomando la experimentación como bandera y abandonando el miedo de probar cosas nuevas, dio lugar a lo que se conoció como rock progresivo: Pink Floyd, Yes, Genesis, King Crimson, Camel… La lista es bastante larga. Esta forma complicada de ver la música, con esos arreglos barrocos y ese gusto por la improvisación y la creación de pasajes extensos tuvo su decadencia a finales de la década de los ’70 con la aparición del punk, que venía a reivindicar justamente lo contrario: canciones simples, cortas, quitando todo lo sobrante y dejando lo justo y necesario. El rock progresivo era una música sesuda y que había que estudiar, mientras que el punk le devolvía al rock el descaro y la inmediatez que ya no tenía. Pero esa es otra historia, y debe ser contada en otra ocasión.
A principios de los ’80 y paralela a la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM), hubo una cantidad bastante importante de grupos británicos que reivindicaban lo que Yes o Genesis habían estado haciendo: IQ, Pendragon, Twelfth Night, Pallas, Arena… Y, entre muchos otros, Marillion. Esta vorágine de bandas que venían pregonando los arreglos complejos y las canciones extensas fue lo que se dio en llamar la explosión del rock neoprogresivo.
Particularmente, Marillion se fundaron en 1979 en Aylesbury bajo el nombre de Silmarillion (¿algún fan de Tolkien en la sala?), pero decidieron acortarlo para evitar problemas de derechos. Su debut discográfico fue el single Market Square Heroes en 1982. Editaron su primer disco (Script for a Jester’s Tears) en 1983, seguido del álbum Fugazi en 1984. Este Misplaced Childhood es el tercer trabajo de los de Aylesbury y data de 1985.
La formación a cargo de grabarlo fue la compuesta por Steve Rothery en las guitarras, Ian Mosley en la batería, Fish a las voces, Mark Kelly en los teclados y Pete Trevawas en el bajo. Misplaced Childhood es el primer disco conceptual de Marillion, concebido por Fish durante un viaje de ácido de 10 horas (de ahí la atmósfera de ensoñación que acompaña a ciertas partes del disco). Este fue, también, el álbum que les sirvió para ganar la consagración a nivel europeo. En Estados Unidos nunca llegaron a calar.
El disco está lleno de referencias autobiográficas. Fish (letrista del grupo además de vocalista) utiliza como temas recurrentes el amor y la pérdida en canciones como Kayleigh y Lavender y en otras habla abiertamente sobre sí mismo como es el caso de Heart of Lothian . El hilo conductor de la historia es el niño que aparece dibujado en la portada, que simboliza los años de infancia que damos por perdidos. Al final de la historia, Fish promete usar la música para ayudarnos a descubrir al niño que llevamos dentro. Y la música está hecha para evocar y transportarte, una de las cualidades más importantes del género. Desde pasajes totalmente oníricos como la sección media de Blind Curve o Lavender, partes alegres como White Feather y Childhood’s End a momentos que suenan a autoafirmación como ocurre con la ya citada Heart of Lothian . De todas formas, lo mejor es que lo comprobéis vosotros mismos. Os dejo la lista en Spotify aquí debajo:
Para muchos fans y muchos críticos, la disputa sobre cuál es el mejor disco de Marillion está entre este Misplaced Childhood y su sucesor Clutching at Straws. La mayoría suele dar como ganador a este que os traemos hoy, pero la discusión es desde luego acalorada. De todas formas, Misplaced Childhood es un clásico del rock progresivo y de la música contemporánea por derecho propio. Si queréis un disco que os haga transportaros a otra parte, que os haga sentir y que os transmita deberíais darle una oportunidad.