Cuando Machine Head daban sus primeros pasos allá por los primeros años ’90, Robb Flynn acababa de dejar Vio-Lence y había formado un proyecto propio que respondiera más a sus inquietudes artísticas. Flynn ha manifestado muchas veces que ese período fue el combustible para Burn My Eyes, un disco que lo puso todo patas arriba.
La formación encargada de grabarla fue la de Robb Flynn en las guitarras y en las voces, Logan Mader en las guitarras, Adam Duce en el bajo y Chris Kontos en la batería. El cuarteto adoptaría como nombre Machine Head por el seminal álbum de Deep Purple, y a partir de ahí se lanzarían a componer canciones con el sello agresivo del thrash metal, pero añadiéndole distintos ingredientes de cosecha propia y que delataban el gusto de Robb Flynn por otros géneros musicales.
En cierto sentido, se puede comparar ciertos pasajes de Burn My Eyes con territorios que ya explorasen años atrás Pantera, pero eso no evitó que este disco pusiera la escena patas arriba y dejase a muchos preguntándose quiénes eran estos tipos, de dónde habían salido, por qué eran tan buenos y donde se podía conseguir su material, más o menos en este orden.
El groove de Burn My Eyes, seguido por esos riffs que ora se arrastran y se insinúan como una pitón, ora son cortantes como cuchillas y contundentes como un bocadillo de piedras, unido con la apisonadora que es Chris Kontos a la batería y a las voces de Robb Flynn, son una combinación ganadora para fans de la música agresiva que estuviesen buscando material nuevo, a la par que podía cautivar a quienes gustasen de sonoridades más alternativas.
Sin embargo, lo mejor para que entiendas la grandeza de Burn My Eyes es que escuches tú mismo el disco:
Y aquí concluye nuestro razonamiento de por qué deberías escuchar Burn My Eyes antes de morir, un gran álbum de metal alternativo con fuertes raíces en el thrash y el hardcore, y por qué a pesar de tener más de 21 años sigue teniendo vigencia a día de hoy. Dale una escucha ya mismo.