Seguimos dando repasos a discos que los editores de Xombit Music escuchamos en la intimidad de nuestros hogares, cuando nadie mira y no hay nadie cerca para reírse abiertamente de nuestros asquerosos gustos musicales. Empezamos esta sección con el Swansong de Carcass y la seguimos con el St. Anger de Metallica, y hoy tenemos otro disco más que añadir a esta sección.
Hay un nombre dentro del rock y del metal de los ’80 que no puede obviarse, da igual los años que pasen. Fueron pioneros en su país de origen –Alemania– y abrieron la puerta a multitud de bandas que después salieron al mundo. Hablamos de herederos directos suyos como Accept o Helloween, y nos referimos a Scorpions.
Los Scorps, como se les conoce familiarmente, empezaron su andadura en los primeros años ’70 con un sonido muy marcado por el rock progresivo y la psicodelia, y como testigo de esto tenemos su primer álbum, llamado Lonesome Crow. El caso es que de estos inicios psicodélicos saltaron a algo que tenía que ver más con el primer heavy metal como tal que empezó a practicarse a mediados y finales de los ’70, y como muestra un botón:
Los años los trataron bien, y primero con la ayuda del guitarrista Uli Jon Roth y después con la de Matthias Jabs evolucionaron hacia lo que para muchos es el pináculo de la carrera del grupo, al que llegarían en los primeros años de los ’80 para mi gusto:
Después entramos en lo que para muchos es una franca decadencia con la aparición de álbumes como Savage Amusement o Love At First Sting, en la que Scorpions empezaron a introducir elementos más “poperos” en su música y de la que saldría uno de sus mayores éxitos comerciales, el prácticamente igual de odiado que amado Crazy World:
Hay algo bastante común los dos discos que he elegido para hacer mis placeres culpables particulares, y es que ambos tienen portadas bastante raras. ¿Será esto un patrón? Tendré que analizarlo… Pero me estoy desviando del tema.
Vamos a lo que importa: A mí Crazy World me parece un discazo, así de simple. Fue uno de los primeros discos que compré con mi propio dinero a una edad bastante tierna, y no sé si es por que siempre le he tenido mucho cariño o qué pero durante mucho tiempo fue uno de mis álbumes de cabecera.
Si nos paramos a analizarlo tema a tema la verdad es que tiene canciones bastante memorables: Tease Me, Please Me, Lust or Love, Hit Between the Eyes, Wind of Change y Send Me an Angel –quizá de lo más sobado de la banda junto a Rock You Like A Hurricane y Still Loving You–, pero de todo el conjunto hay una canción que sobresale con bastante diferencia.
Uno de los singles del disco, quizá una de las primeras canciones de Scorpions que pasaron por mis oídos desde que empecé a tener consciencia de que lo que me gustaba de verdad era el rock, es para mi gusto lo mejor del álbum con mucha diferencia. Estoy hablando de Don’t Believe Her, que con un estribillo absolutamente pegadizo hacía que no pudiera parar de escucharla una y otra vez:
Aparte de que la canción en sí es un temón de primer nivel, quizá lo que más me enganchó fue la energía que desprende no sólo el tema sino el vídeo, que vi por primera vez allá por el lejano 1996 en la MCM francesa cuando aún era un canal dedicado a los vídeos musicales. En aquel momento decidí que tenía que conseguir ese disco, y casi 20 años después está ocupando un bonito lugar en mi estantería.
Cuando luego exploré los álbumes anteriores de Scorpions y escuché cosas como Blackout o He’s A Woman, She’s A Man entendí perfectamente el tono de las críticas a este disco y por qué se le dirigían, pero la verdad es que me dio bastante igual. Para mí siempre será uno de los mejores discos que he escuchado en mi vida, y una absoluta revelación.
No te dejes influir por lo que hayas podido escuchar, merece la pena darle una oportunidad al menos, y es indudable de que se trata de un gran testimonio de la época más orientada al AOR de la banda germana, en la que aún con todo conservaron sus señas de identidad.
