La experiencia musical en los videojuegos

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Guitar-Hero

Todo aficionado a la música, en mayor o en menor medida, estaría encantado de llevar la experiencia a un nivel superior y no resignarse únicamente al papel de oyente. Es decir, a todos nos gustaría, ya no componer, pero sí por lo menos tocar algún instrumento o cantar. No se trata de ser el próximo Jimi Hendrix o la nueva Tina Turner, no. Sino de poder disfrutar, bien en solitario, bien con los amigos, interpretando esas canciones que tanto nos gustan. No en vano, con este objetivo inicial se han formado la mayoría de los grupos de la historia de la música moderna, incluso aquellos que luego alcanzarían un lugar privilegiado en la galaxia sonora.

Pero no todo el mundo tiene la capacidad, o mejor dicho, la paciencia y dedicación necesaria para aprender a tocar un instrumento de manera aceptable. Es por eso que la industria del videojuego hace años que ha visto en este sector una ventana interesante para su negocio. A todos nos suenan los nombres de las dos grandes franquicias, Guitar Hero y Rock Band, pero no todo se reduce a estos dos nombres. Desde Xombit Music, nos hemos preguntado cuál es la experiencia que realmente ofrecen los videojuegos y si de verdad tiene algo que ver con tocar un instrumento de verdad.

Los videojuegos

Aunque existen otros juegos con mecánicas similares, que comparten el mismo espíritu de divertimento, veamos qué nos ofrecen los dos títulos más conocidos y exitosos del sector, ya que no en vano son la referencia que casi todo el mundo tiene en mente. Ambos títulos se basan en sincronización rítmica con unos patrones que van apareciendo en pantalla, y para ello disponemos de distintos controladores que simulan instrumentos de verdad, pero que en realidad tienen aspecto de guitarras o baterías de juguete, por poner un ejemplo.

Así que, aunque el ritmo sea una parte muy importante en la música, estos “simuladores” poco o nada tienen que ver con tocar un instrumento. Es como jugar al F1 con el clásico mando y decir que serías capaz de manejar un monoplaza real. Por supuesto esto no le resta diversión al asunto. La prueba son los más de 15 millones de juegos vendidos por la serie Guitar Hero y los más de 13 millones de copias de títulos de Rock Band.

Un éxito que seguramente tenga más que ver con las canciones seleccionadas en los distintos títulos, que con la experiencia musical que ofrecen. Si nos centramos en los controladores que emulan guitarras eléctricas, los músicos suelen estar de acuerdo en que les resulta bastante complicado adaptarse a los controles porque tiene poco o nada que ver con el instrumento de seis cuerdas. Probablemente, la experiencia más real que ofrecen estas dos franquicias la encontramos cuando utilizamos el controlador que simula una batería, aunque no es lo mismo, por supuesto.

El método

Sí, de acuerdo. Rocksmith se comercializa como videojuego, pero el objetivo del producto creado por Ubisoft es otro. Se trata de un método de aprendizaje disfrazado de entretenimiento. Dicho de otra forma, busca hacer más atractivas esas largas, tediosas y constantes sesiones de técnica, que todo músico sabe que son innegociables si uno quiere adquirir cierta habilidad; esa dichosa memoria muscular que tanto cuesta conseguir.

Y como el propósito es hacer de nosotros algo parecido a un músico, los controladores no son instrumentos de juguete, no. Para “jugar” a Rocksmith necesitas una guitarra o un bajo de verdad. Y con este requisito, es obvio que la experiencia está a años luz de las comentadas anteriormente.

Y para ello se apoya en la mecánica que ya conocemos de Guitar Hero y Rock Band, pero al utilizar instrumentos reales, se abren muchas oportunidades. Obviamente podemos jugar de un modo tradicional con canciones, pero también podemos realizar minijuegos y tutoriales que tienen como objetivo trabajar nuestra técnica. Además la curva de aprendizaje se va adaptando a nuestro nivel, de forma que, si fallamos muchas notas, el propio juego se adapta para ofrecernos retos más sencillos hasta que los dominemos. Como ya hemos dicho, todo esto tiene como objetivo que aprendamos a tocar la guitarra o el bajo, así que si conseguimos el suficiente nivel de habilidad, acabaremos reproduciendo fielmente las canciones.

Así pues, la elección es bien sencilla dependiendo de cual es nuestra meta, si pasar un buen rato con los amigos o vivir la verdadera experiencia de tocar una guitarra. Pero eso ya es elección de cada uno. Nosotros por supuesto nos decantamos por la segunda opción, aunque nunca esta de más pasar un buen rato desenfadado. No olvidéis comentarnos cuales son vuestros juegos musicales favoritos.

Archivado en Opinión, Videojuegos
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