El Epicus Doomicus Metallicus de Candlemass es un disco muy especial para mi, entre otras cosas porque fue uno de los primeros trabajos de heavy metal en general, y el primero de doom metal en particular, en pasar por mis manos a una edad muy tierna. Es un álbum al que le tengo mucho aprecio, y que está lleno de detalles y melodías inolvidables. No es algo difícil de digerir como, digamos, Doom:VS.
La verdad es que de Candlemass podría hacer un artículo como este o un “rescatando discos” con cualquiera de sus cuatro primeros álbumes, no sólo con Epicus Doomicus Metallicus. Los inicios de esta banda sueca son particularmente interesantes, ya que tomaron lo mejor de la escuela de Black Sabbath y lo fusionaban con la, por entonces, más reciente NWOBHM, si bien el germen de Sabbath esta ahí y es imposible negarlo.
Epicus Doomicus Metallicus es el primer álbum de Candlemass, y se trata de un debut impresionante editado allá por el lejano 1986. En los seis cortes que lo componen y poco más de 43 minutos de duración que tiene, se esconde parte del mejor material que Candlemass grabarían nunca.
Podemos definir su sonido como una mezcla de contundencia y cadencias ominosas, ya que buscan usar melodías que evoquen sensaciones oscuras o decadentes en el oyente, pero al mismo tiempo una presencia fortísima del riff de guitarra como hilo conductor, herencia directa de la banda de Tony Iommi. Si a todo esto le ponemos encima la voz del vocalista Johan Längquist –que sería sustituido por el gran Messiah Marcolin poco después–, tenemos dos de las características más importantes de Candlemass, indispensables para definir y entender su música.
Sin embargo, Candlemass y Black Sabbath guardan una diferencia fundamental. Si en el caso de Black Sabbath era Bill Ward el que sujetaba el ritmo y e impedía que se desmadrase creando un groove impresionante, la lentitud de Candlemass está mucho más pensada y planificada en comparación. Se trata de una pretensión mucho más efectista, ya que mientras que Sabbath querían canciones con vida propia a la par que pesadas y densas, los suecos se quedaron sólo con lo más superficial, dejando el groove más de lado.
Lo mejor para estas cosas es que lo veas por ti mismo. Aquí un ejemplo de Black Sabbath haciendo algo pesado y contundente:
Y aquí un ejemplo de Candlemass ofreciendo su réplica particular:
Sin embargo, a pesar de este pequeño “fallo” –si es que se lo puede considerar como tal–, Candlemass consiguieron cuajar un primer álbum de gran calidad, además de ser considerados padres fundadores de lo que hoy se conoce como doom metal, pero eso ya es otra historia. A nivel de temas podrías pinchar cualquiera de los seis y descubrirte ante una gran canción, y es que Epicus Doomicus Metallicus sólo contiene himnos.
Desde el inicio con Solitude al final con A Sorcerer’s Pledge –dos temas que siguen suponiendo parte fundamental de los repertorios de Candlemass a día de hoy–, tenemos un álbum totalmente cargado de himnos y que ofrece un nivel altísimo. Además, y pese a tener casi 30 años de historia, Epicus Doomicus Metallicus ha soportado muy bien el paso del tiempo y siempre es una delicia perderse entre sus melodías.
Es un álbunm clásico por derecho propio, y puedes escucharlo en su integridad a continuación.