Extremoduro reconquista España tras un año sin gira

El pasado año, la banda liderada por Robe Iniesta sacó un nuevo trabajo, Material Defectuoso, que levantó cierta polvareda mediática al negarse la banda (o su líder, que es lo mismo) no ya a hacer gira de promoción del disco (para lamento de su legión de fieles y de su discográfica) sino ni tan siquiera a dar una mísera rueda de prensa para comentar el nuevo trabajo.

Dejando de lado las excentricidades propias de Iniesta, nos encontramos un disco que, sin llegar al modelo de disco conceptual que ya había seguido en Pedrá y en el más reciente La Ley Innata, sí que sigue apostando por un número reducido de temas (seis en este caso) de una duración relativamente prolongada (entre seis y ocho minutos aproximadamente cada uno). El sonido que presenta el disco sin duda es del gusto de la gran mayoría de sus seguidores, bien porque este hombre ya tiene un estatus en el que puede hacer casi lo que quiera, o porque éste se encuentra formado por un grupo heterogéneo de gente, que en muchos casos tienen además gustos eclécticos, con lo cual suelen poner de acuerdo a heavies incluso con indies.

A pesar de todo, se le puede achacar al disco una excesiva lentitud, que no es buena mezcla con temas largos a no ser que se quiera dormir al oyente. Las letras mantienen el sello de la casa, aunque probablemente las letras más afiladas del Robe ya han sido escritas. Nos encontramos pues con un trabajo que, de no ser por toda la trayectoria que tiene el grupo a sus espaldas, agradaría más a un seguidor de Sabina que a uno de, digamos, Motörhead.

Dicho lo cual, Extremoduro ha decidido, este año sí, hacer gira con conciertos no solo en España sino en Chile, Argentina y Uruguay. Y ahí ya la cosa cambia. El repertorio que han preparado poco recuerda a la apisonadora del directo de 2002 que de principio a fin avasallaba con todos los himnos que forman la historia del grupo. Ahora ofrecen además sus dos últimos trabajos completos intercalados con temas innegociables como Standby o La Vereda de la Puerta de Atrás, lo cual pese a lo que pudiera pensarse no supone una relajación en el público gracias al feeling que hay entre artista y público, y al lirismo y a la fuerza que adquieren en directo canciones como Dulce Introducción al Caos o Si te vas.

Podemos decir sin temor a equivocarnos que hasta el más crítico de los seguidores, una vez frente a la banda y a su despliegue tanto sonoro como visual (incluyen enormes pantallas que ofrecen imágenes cambiantes como acompañamiento a su música) disfruta de una experiencia íntima y a la vez colectiva difícil de olvidar.

En definitiva, son cerca de tres horas de concierto del que uno solo puede salir con una sonrisa en la boca, convencido de que los cambios son algo consustancial en un grupo con tantos años de trayectoria, pero sabiendo que el rumbo no se ha perdido. ¿Qué os ha parecido el rumbo del grupo con temas más tranquilos en sus últimos dos discos? ¿Habéis ido últimamente a alguno de sus conciertos?