Hace un par de semanas amanecíamos con la noticia de la separación de una nueva banda. El turno esta vez era para My Chemical Romance, que se despedía en su página web con estas escuetas palabras:
“Haber pasado los últimos 12 años en esta banda ha sido una verdadera bendición. Hemos estado en sitios que nunca hubiéramos imaginado. Hemos visto y vivido cosas que nunca hubiéramos imaginado posibles. Hemos compartido escenario con gente a la que admiramos, a las que respetamos y por encima de todo, nuestros amigos. Y ahora, como en todas las grandes cosas, ha llegado el tiempo de que acabe. Gracias por todo vuestro apoyo, y por formar parte de la aventura.”
Odiados por muchos e idolatrados por otros tantos, la banda de New Jersey no dejaba indiferente a nadie. Su primera aparición ante el gran público sería en el año 2002, con la publicación de su álbum debut, I Brought You My Bullets, You Brought Me Your Love.
Su estética hacía de ellos los yernos que ninguna madre desearía tener: ropas negras, mucha sombra de ojos y flequillos largos serían la definición de su estilo. Si a esto le sumamos letras con ciertas tendencias suicidas (títulos como Kill all your friends o Thank you for the venom no dejan lugar a demasiadas ambigüedades) no es de extrañar que la crítica se frotase las manos y que pronto fuesen calificados como emos, etiqueta que arrastrarían a lo largo de toda su carrera musical.
Lo cierto es que la muerte y lo siniestro marcó el compás en la discografía de estos chicos, debido, en gran parte, a los traumas arrastrados por su líder, Gerard Way, que fue testigo del atentado de las Torres Gemelas. Este hecho lo marcaría profundamente y lo llevaría a componer una de las canciones de su primer disco Skylines and Turnstiles.
La muerte de su abuela, a la que estaba fuertemente unido, fue otro amargo golpe con el que Gerard tuvo que lidiar. Para ella compondría Helena, canción que abre su segundo disco de estudio: Three Cheers for Sweet Revenge.
Lleno de guitarras potentes, baterías enérgicas y la voz desgarrada (incluso a veces hiriente) de su líder, Three Cheers for Sweet Revenge mantenía la esencia del primer álbum, elaborando, en cierta medida, una segunda parte camuflada por dos años de diferencia.
Sin embargo, algo ocurrió en el 2006. Los flequillos se cortaron, las guitarras se suavizaron y la voz de Gerard se relajó: surge un disco concepto, The Black Parade. Considerada una ópera rock, al más puro estilo American Idiot (ser teloneros de Green Day pudo ser un pequeño aliciente), The Black Parade ha sido el disco que más alegrías ha aportado al grupo americano, llegando a lo más alto de las listas y recibiendo críticas positivas casi unánimes.
Pero My Chemical no estaba conforme y pronto se encerraría en el estudio para trabajar en un nuevo álbum. Surge así su esperado cuarto y último disco, Danger Days: The True Lives of The Fabulous Killjoys que como suele pasar en estos casos, no supera las expectativas generadas tras un gran éxito.
Ni el giro radical de su estilo, orientado hacia la electrónica, ni la nueva estética de superhéroes futuristas terminó de cuajar. Los integrantes se distanciaban, aparecían colaboraciones con otros artistas y los rumores de proyectos independientes se hacían más fuertes día a día. My Chemical Romance se hundía y ni el quinto disco en proyecto, ni el apoyo brindado por sus fans pudo evitar lo inevitable: el adiós definitivo y la despedida de una de las bandas más populares de la última década.
se me puso la piel chinita al leer solo el titulo, eran grandes y les tengo un gran cariño ya que con esta musica creci, y como dice en una parte del texto gracias a mtv los conoci
La verdad es una pena 🙁 🙁 🙁